Carta abierta al ministro de Exteriores

Estimado señor ministro de Exteriores, Josep Borrell:

Desde el foco de la planicie del subdesarrollo, como usted mismo denominó a esta zona, le pido que se enfrente a la reunión de esta tarde con toda la información posible para que, de ese encuentro, salgan acciones concretas que beneficien al Campo de Gibraltar. Y a La Línea de la Concepción, que se enfrenta a una situación muy difícil, unida como está a su vecina Gibraltar a pocos meses de abandonar la Unión Europea (UE).

Señor ministro, como sabe usted mejor que yo, las cosas no están para bromas en España ni en Europa. Ni tampoco aquí abajo, en la frontera sur, donde conviven los contenciosos históricos con la explosión de las migraciones; los retos de seguridad con los ilícitos y con los espabilados. Y, entre todo, miles de trabajadores honrados tratamos de mantener en pie esta zona y tejer nuestra vida de la mejor forma posible. Además, le aseguro que nos llevamos de lujo con los yanitos, pese a lo difícil que a veces nos lo ponen desde las altas esferas.

Convengamos en que desde las moquetas se mete la pata con nosotros más de lo que sería deseable. A veces por desinformación, porque estamos lejos de todo, incluso en esta época de globalización, donde todavía pocos se toman la molestia de conocer de primera mano lo que nos ocurre.

Otras por interés político, no lo vamos a negar. Hay políticos a los que les hablan de Gibraltar y los ojos les hacen chiribitas. Desgraciadamente, los hemos padecido y los seguiremos padeciendo. Estamos acostumbrados, los vemos venir. Y otras veces por errores involuntarios. Muchos errores y a veces simultáneos, curioso esto.

El caso es que ha llegado el punto y hora en que no podemos permitirmos más fallos, señor ministro. Y le ha tocado el marrón a usted, qué se le va a hacer. Esta zona es de alta sensibilidad política y estratégica; tiene problemas sociales, económicos y de seguridad de calado internacional y hay que andarse con cuidado a la hora de tomar decisiones. Pero hay que tomarlas y de forma certera, porque sobre el terreno le aseguro que se ve muy claro cuáles son nuestras necesidades.

Con el debido respeto, si me lo permite, le daré un consejo: no cometa el error de bulto de confundir el resto de municipios del Campo de Gibraltar con La Línea de la Concepción. Aquí cada ciudad tiene sus particularidades. Nadie es mejor que nadie, pero todos aquí saben cuáles son las fortalezas y debilidades de cada uno.

Por eso, señor Borrell, le pido que tenga en cuenta que La Línea no es San Roque, Los Barrios o Algeciras, municipios a los que adoro y que merecen mi máximo respeto. Me refiero al aspecto político y económico. La Línea es otra película.

Ahí está el Plan Estratégico de la Ciudad para analizar sus condiciones sociales, económicas y políticas que reclama a gritos un modelo de ciudad singular para salir adelante y ser como el resto de las que he mencionado anteriormente. “Un pueblo normal”, decía el alcalde. Fíjese usted. Un pueblo normal, ni más ni menos.

Y la normalidad de La Línea pasa, entre otras muchas cosas, por la fluidez fronteriza. Como la normalidad de Gibraltar. Es la frontera la que le da el aire a ambos pueblos. Desde la llegada de su antecesor al cargo, el señor Alfonso Dastis, parece que esto quedó claro al fin: estrangular la frontera de Gibraltar a los primeros que perjudica es a los miles de españoles que la cruzan cada día. Y también a los gibraltareños que, por supuesto, tampoco merecen ese trato por parte de una democracia actual.

No se puede imaginar usted cómo miran de reojo la fecha del 29 de marzo en el calendario los trabajadores españoles, los gibraltareños y los residentes en el Peñón ante tanta incertidumbre con la frontera. Este, señor Borrell, es nuestro día a día. 

Y, respecto al resto de la comarca, hay grandes retos que afrontar también. Todos los alcaldes le llevarán la voz de la necesidad del tren; de la seguridad; de las mejoras en infraestructuras; de la necesidad de luchar contra el narcotráfico y muchas otras cosas. Más que guiarse por los partidos a los que representan, guíese por sus voces. Indudablemente, todos desean lo mejor para sus municipios. Y ahora necesitamos buenas decisiones más que partidismo político. Que de eso también le podemos hacer una tesis los campogibraltareños.

Por último, solo un ruego: esta zona, de inmenso potencial créame, continúa siendo una planicie de subdesarrollo por las gravísimas faltas políticas cometidas por el Estado con esta comarca y con La Línea de la Concepción, históricamente maltratada por políticas erráticas hacia Gibraltar que no han dado fruto alguno.

Solo por eso sería deseable más sensibilidad para con un área que, probablemente, ganaría más respeto si reclamara la deuda histórica que el Estado le acredita por sus tremendos desatinos.

Le deseo mucha suerte en la reunión, señor ministro. Con ella va nuestro destino.

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